Aldea pequeña de vivencias intensas

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El más viejo de todos, el último por irse a la cama y el primero en levantarse. Ya pueden imaginarse como va a ser el día de hoy para Raúl, un día difícil. Pero no me quejo, hay que echar a adelante.

De dan el alta a la suegra

A las 11 de la mañana ya Romy y el suegro estaban de regreso con la suegra. Mientras tanto nosotros nos relajábamos después de un buen desayuno. Afuera sigue el mal tiempo, unas nieva y otras llueve.

Parece que la aldea no soporta tanta presencia foránea

Días de altercados con alemanes, así podríamos llamar este día. El primero fue con un alemán con cara de aburrido en la calle Römerstraße. Toni había construido un pequeñísimo hombrecito de nieve (véase foto del álbum) sobre la repisa del muro de una casa y de pronto se nos presenta un hombre con mucha guapería y exigiendo que destruyan inmediatamente el hombrecito de nieve y que quiten los tres gramos de arena esparcido sobre la acera. Empezó echándole guapería a Romy y allá fue Raúl a discutir al intruso, dueño del terreno. Pero nada, todo no fue más que racismo y alarde del alemán. Cuando Raúl se le planta de frente, el alemán retrocede; tenía una bocaza grande y unos albaricoquitos muy diminutos.

Seguimos hasta el final de la última calle de la aldea y nos internamos en el bosque.  El temporal arrecia y la nieve que cae constantemente no dejar ver a tres pasos. El caminar se hace también un poco trabajoso. Eran pasadas las cuatro de la tarde y la había comenzado la noche. Sobre la loma de la aldea el panorama es más bonito. Abajo, en el valle, las casas se veían chiquitas y con sus luces interiores parecían puntos de calorcito eternos.

El segundo altercado fue con otro alemán que fue a la casa a decir que David no podía aparcar la furgoneta en la esquina de la cuadra. Tanto arrogancia me estorban, el hombre se cree el jefe de la aldea. De nuevo tengo que ponerme duro y decirle que él no era el jefe, que la aldea tenía un alcalde, al que le preguntaría al día siguiente. Tantas discusiones en un día ponen a Raúl algo nervioso. Hay alemanes que gustan de ir a juicios, de demostrar poder y riquezas de esa forma. No saben el peligro que corren al meterse con un cubano.

Oliver y David durante la cena

Hicimos una cena a la española, con muchas tapas de mariscos, jamón ibérico; pero también de embutidos alemanes. Nuestros hijos llegan algo tarde y se nos unen a disfrutar el gran manjar. David tuvo un día de jornada de trabajo larguísima. Le tuvo que ayudar a un compañero de trabajo, afuera el temporal hace casi imposible repartir paquetes. Oliver también vino a cenar con nosotros y la familia se completó. Fue la ocasión de practicar el español.