domingo, 19 de diciembre de 2010

El arbolito, la guardia vieja y el hombre

Érase una vez un hombre cubano que vivía en Alemania desde hacía muchos años. Todos los años nevaba en abundancia, sobre todo cuando él vivía en la parte oriental del país. Era un hombre joven, de unos 24 años, con mucha salud y fuerzas. Un buen día conoció a una alemana de Roßwein, se enamoraron, se casaron y empezaron a vivir felices. Todos los años en diciembre, el mes que más nieve caía, ella sacaba su arbolito de Navidades plástico y lo decoraba. Ellos, R & R, vivían en un albergue y por lo tanto Raúl no tenía que apilar la nieve del frente del edificio. Los años fueron pasando y un buen día se fugaron para la RFA. El país se unió y la nieve siguió cayendo. Pero esta vez ellos notaron que la parte occidental no nevaba tanto como en la oriental. No obstante, Raúl siempre se escabullía cada vez que había que apilar nieve. El suegro era joven y de buenas condiciones físicas y se encargaba de apilar la nieve, echar la sal de deshielo…

20 años más tarde

Estamos en los últimos días del año 2010. El suegro de Raúl ya está algo viejito, casi pegao a los 80 años y ya el apilamiento de la nieve se le va convirtiendo en un acto suicida. Ahora Raúl ha acabado de cumplir 50 años y el sólo acto de apilar la nieve le confirma a Raúl que su verdadera edad biológica está por los 70 años. Encima de eso tiene que cargar todos los días con más de 20 kg de peso corporal y eso le hace la actividad física un martirio. Más sin embargo, ha llegado el momento de asumir algunos deberes en casa y de nada le sirve buscar evasivas y resistirse hasta el aborrecimiento. Al fin y al cabo tiene que salir, abrigado o como sea, a apilar la nieve y echar sal. En fin, el hombre es ahora un alemán de mal genio y mal preparado.

Mientras tanto, Romy sigue muy encantadora. Todos los años, desde que se mudaron para la nueva casa, ella encarga un arbolito al natural y lo adorna con todas las bolas y luces para las Navidades.  Hay bolas y adornos para todos los gustos, hasta para que el gato Che pueda jugar y romperlas. Es su actividad preferida.

Este año ha caído más nieve que nunca y el hombre se siente más cansado que nunca también. Todos los días, como si fuera su rutina o ritual, el hombre se levanta, temprano en la mañana, se pone la camisa y sale a la ventana…Disculpen, me dejé llevar por la música de un serial cubano en Cuba. Sigamos, nos habíamos quedados en que se levantaba, se abrigaba y salía a coger la pala de apilamiento. Ese era ahora el ejercicio matutino, vespertino y nocturno del hombre, apilar la nieve que constantemente cae a diario, abrir senderos y dejar libre la plazoleta frente a las cocheras.  Nadie que no haya apilado nieve, sabe lo esforzado de esa activad. Bueno, la excepción es Mano; pero concentrémonos en personas normales. Así nadie puede imaginarse el trabajo esclavo que realiza este hombre caribeño con la beca más larga que le han dado desde la juventud…

Colorín colorado, este cuento ya se ha acabado. Ahora dígnese a ver las fotos y a asombrarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario