viernes, 17 de diciembre de 2010

La cesta y los días hasta las Navidades

Ya lo había comentado, que en el trabajo el jefe me regaló una cesta llena de regalos por mis 50 años. Bueno, hoy me he tirado una foto junto al obelisco, digo objeto. Los dos quedamos bien; bueno no exageremos, yo he quedado algo mejor, muy chulo, ¿verdad?

Gracias a Mano que siempre me dijo que con la barba sin bigote parecía un miembro de una secta religiosa, que tenía cara de m…., que me parecía a Abraham Lincoln, etc., me quité la pelambre de la barba y lo emparejé todo y así quedé algo presentable en la foto. Parezco el jefe de la residencia.

Ya sabía yo que de nuevo tendría hoy una justificación para escribirles algo. Hay que mantener esto aquí que se cae. Hace unos días estábamos escribiendo todos los días, pero ya veo que hay que arengar a la tropa nuevamente. Me quedé entusiasmado con los cuentos de Jose. Es increíble imaginarse que a esa edad un niño pueda escribir esos cuentos y que lo deje a uno interesado en la continuación.

Siento decirles a todos que estos días serán duros. Después de unos días alegrísimos, llenos de vivencias con mis amigos de Barcelona, disfrutando intensamente la compañía de Jose, la casa se me ha quedado muy vacía. Llego al trabajo y me encuentro el mismo escenario; muchos de mis compañeros han tomado vacaciones de navidad. Hoy mismo otra compañera se va de vacaciones y le deseo buenas vacaciones. Todos saben que alguien se queda cubriendo la plaza. Estaré aquí en el lobby de la residencia grande o en la oficina en la Plaza de San José. Todo esto me recuerda mis días de becados en la Alfredo Gómez, cuando me quitaban el pase cada vez que hacía unas de las mías y me quedaba solito en la escuela aquella que parecía inmensa. Así también las ESBEC o la Máximo Gorki de La Habana. Cuando yo lo digo, que me han dado la beca más larga que pueda recibir nadie.

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