domingo, 5 de diciembre de 2010

Prólogo al diario encuadernado

Queridas primas y parientes, estuve escribiendo este prólogo al cuaderno que mando para Cuba, que no es más que mi Diario personal de un año pasado a papel y conformado en forma de libro, y quisiera saber que tal encuentran ustedes algunos pasajes del prólogo. Me gustaría saber la opinión de algunos. Claro, pienso seguir escribiendo en otro momento, pues pienso que le faltan muchas cosas al prólogo. Bueno, ya me dirán:

Prólogo

No sé muy bien si empezar con “Querido diario” o “Querida hermanita”. No importa, en las dos variantes me siento algo estúpido o cursi; repitiendo siempre como un papayo lo que se oye, o en este caso lee, de los demás. De lo que sea, pero estas cuartillas encuadernadas son pasajes de mi diario personal, de hechos pasados recientemente que me han afectado directa o indirectamente, derivando a veces a profundas exploraciones de mi mente – mi laberinto secreto y perverso – y que como no soy bobo, claro, lo censuro; llevándome la mayoría de los secretos a la tumba sagrada, estrambótica y variopinta. Aunque sea por única vez soy el dictador de mis pensamientos. No obstantes, son los hechos más importantes que me vienen carcomiendo la mente, mezclados con formas de expresiones coloquiales, con todas las modalidades narrativas que me depare el buen o mal humor del día. Si hay algún loco por allí que escriba mejor que me lo digan, lo reto. Fíjense que estoy hablando de locos.

En los últimos tiempos han proliferado los blogs o bitácoras, en las que un internauta recoge sus vivencias en Internet o en su vida cotidiana. Se suelen mezclar con noticias y otros contenidos, por lo que su encuadre dentro del término diario se torna algo dificultoso. También sirven para plasmar o contar ideas y compartirla con sus familiares, amistades y personas allegadas. De esta otra opción proviene mi diario loco, humorístico, aburrido a veces, sarcástico otras, santurrón unas.  El lío es estar en línea, metiendo tupes, sacándole lascas a los sucesos; o como se dice en España, en el cotilleo. Para esto último hacen falta más personas y parece que también en Internet esto también es algo difícil. La mayoría son luckers, o sea mirones que lo leen todo, se divierten o lo rechazan interiormente, pero no aportan nada. Yo le llamo personalmente rescabuchadores sin cerraduras de puertas, ni siquiera puertas virtuales. La actividad de un bloguero se hace entonces así difícil y hay que exprimir lo poco que queda en el encogido celebro, sobre todo después de un día de duro bregar, en la pincha, el barrio, los encuentros. El tiempo para plasmar las reflexiones es muy corto. Aunque a veces pienso; bueno no sé si en verdad pienso, más bien creo que repito. Y siempre por aquella gastada frasecita que me gustó siendo un escolar, que era mejor ser un buen copiador que un mal original. Por lo que sea, pero nunca más cambié. Creo que ni a mediocre he llegado. Al menos me diferencio de los demás. Ya veo que empiezo a gustar. Disculpa la falta de modestia. Habrá otros a los que le sobran la modestia o la humildad y conjuntamente la compensamos.

¿Quién escribe aquí? A veces pienso que es mejor no saberlo para no asustar al lector inteligente o la persona segura de sí misma y asentada. Pero hay que saber que somos muchos locos sueltos que nos volvemos peligrosos cuanto más escribimos; no importa que seamos parientes. Soy un apasionado de mi crónica paranoia, con una salud mental deteriorada de tanto darle a la manivela o estar expuesto a muchas ideologías mundanas, terminando por completo, y de remate, en la incertidumbre. Bueno algo mejor que la servidumbre. No obstante, por empecinamiento o testarudez debía haber luchado un poco más por la libertad de expresión. Pero siempre fui algo tímido en mi interior y nunca quise herir al prójimo. Ésta quizás sea mi mayor falta. No importa que otros me hayan catalogado de cobarde; yo sé que lo fui, aunque no tanto. Nunca estuve entre los más fuertes y musculosos.

Mi querida hermanita – yo sabía que terminaría en esta cursilería – este diario va dedicado a ti, la única lectora que lo lee y lo relee. A veces me quedo con la duda si tú no estarás más loca que yo. Otras veces miro las fotos y veo tus expresiones y hasta creo descubrir algunos rasgos que me identifican contigo (véase foto con David). Somos los únicos que escribimos tanto y nos leemos y releemos. Espero que – otra cursilería más – este cuaderno te depare más locuras; digo lecturas interesantes. Léelo cuantas veces te dé la gana, no te detengas ni les hagas caso a los demás. Al fin y al cabo terminarás igual que yo algún día, yo ya terminé como tú. Pero por si acaso, sí creo conveniente darte algunos consejos para su lectura:

         i.            No se te ocurra, ni por un momento, tomar en serio todo lo que aquí expongo. Cualquier coincidencia o parecido son pura casualidad. Qué yo lo haya escrito no quiere decir que tú lo puedas entender.

       ii.            No te vayas a envalentonar y pensar que en un futuro recibirás siempre un cuaderno personal o diario, o lo que sea; hay momentos que me da por hacer trisa todos mis papeles y mandarlos al cesto de lo que son, papeles. La suerte ha querido que por iluminación o despertar mental, o quizás algo más elevado y santo, me dé cuenta de mi genio y al fin los memorice, los salve y los imprima.

      iii.            En medio de todas mis locuras he tenido momentos brillantes, lo sé, pero no logro encontrarlos. Cuando vuelva a tener el contacto con ellos los escribiré para que no se me olviden más. Quizás sean esos momentos, plasmados después con tranquilidad y madurez, los que tú debas leer.

     iv.            Si alguien te dice que no pierdas el tiempo leyéndome o tratando de descifrar mis entrelíneas, diles que tiene razón, no le contradigas, te tacharán de loca. Aunque tú pienses que no, pero yo si estoy loco de remate y pienso que esa sea la razón de mi felicidad. Si me convences de lo contrario quizás me hagas un infeliz. Así que ni lo intentes, nunca te lo perdonaré.

       v.            Si algún día te da por escribir, que es lo más probable de un loco, ni se te ocurra pensar que yo seré tu lector asiduo. Me gusta leer, pero los locos me dan miedo. Quizás sea porque también soy un loco, pero si tienes algo escrito échalo para acá, ya tendré tiempo de leerlo. Trato de no sonreír durante la lectura, ya una vez me cogieron sonriendo y pensaron que estaba loco.

     vi.            Algo más: si has llegado hasta aquí leyendo, coñooooo mi hermana, tienes un aguante del carajo o el aburrimiento está acabando con tu vida. No te inquietes, este es un buen signo de que seguirás leyendo las demás publicaciones a continuación. Te advierto que al principio sentirás resistencia o en el mejor de los casos te quedarás dormida al instante. No te detengas, sigue leyendo al despertar, coge ejemplo de Pepito que se está metiendo la biblia a pepe y sin chistar. Pero acuérdate que este cuaderno, a diferencia de la biblia, fue escrito por un genio. Su lectura empieza por la última página. Aunque a decir verdad, es tan aburrida como la primera. Entonces haz lo que te venga en gana. Lo importante es que me logres leer.

    vii.            Y por último: Los locos vivimos del que dirán, del chisme y la retroalimentación. Mientras los escritores se quejas de las injusticias de los críticos; nosotros los locos nos alegramos de que nos cojan en serio, de que alguien piense que verdaderamente puede emplear o perder su tiempo con nosotros. Por eso no te detengas si la mano te empieza temblar y tú empiezas a escribir alguna jeringonza. Quizás nadie la entienda, pero yo de seguro que la entenderé. Entre locos la lectura es muy divertida y cumple su papel terapéutico. No te detengas, un loco espera por tus escritos. Si piensas que fueron escritos en un momento de iluminación o que has dado en el clavo; mándamelos para acá, yo los escribiré como míos y te dejaré en esa. Siempre me gustó copiar; sobre todo a los locos.

Pienso que pensabas que era en serio eso de que este sería el último párrafo de mi prólogo. Ya veo que tus facultades de loca te están fallando. Cuando empecé a escribir esta disertación lo primero que noté sobre todas las cosas fue la brillantez de mis exposiciones, la profunda reflexión de mis inquietudes, la conmoción que resultará y el impacto que dará en los lectores. Descubrí que había acertado en un buen momento de mi salud mental y me dije: “Ni tú mismo te crees eso de que te detendrás en lo que escribes. Has logrado pensar, estás viviendo, eres actor de un momento transcendental de elevada participación mental. No puedes desperdiciar este momento tan importante para tu vida y para la mía. Ahora mismo no sé cuántas vidas se me han colado en este párrafo. Tú me entiendes. Por eso lo mantengo y te sigo escribiendo, porque sé de todas las genialidades que voy escribiendo en estas cuartillas.

Había hecho una pausa intencional. Pensé que tanta iluminación me afectaría en parte y tuve un poco de miedo; sobre todo por ese desliz de tantas vidas. Me dije al caso que estaba produciendo una obra literaria de magnitudes incalculables para regocijo de la humanidad. Pero temí por mi salud mental, viendo que el guamo se me estaba poniendo al rojo vivo, los ojos desorbitados, el pelo ralo y estropeado, las manos temblorosas y ya me empezaba una contracción parpadeante del ojo izquierdo.

¿Dónde me había quedado? Ah sí, estábamos hablando de ti. Lástima que ahora no me acuerde en concreto de lo que era. No importa, ya lo continuaré. Ahora lo importante es que no te alarmes y pienses que ya la razón empezó a patinarme. Tampoco te pongas triste si piensas que no te podrían llegar más cuadernos de estos que escribo y te dedico en mis momentos productivos. Te equivocas mi hermana, te bombardearé con muchos más, todos dedicados a ti. Así que ya sabes, no tienes escape. Después me quedaré esperando por los feedback. Recuerda que son muy importantes para mí. Sin ellos las locuras no funcionan.

Si alguien te pregunta, claro después de leer este prólogo, si yo te estuve o estoy loco de verdad, ya sabrás lo que le contestarás. Una loca siempre está mejor preparada para dar una respuesta acertada sobre mi persona. Pero no le cuentes mucho que se alarmará y la cosa no es para tanto. Si el tipo es loco, trata de explicarle, pero con mesura. No lo alteres.

Si no te puedo seguir aquí contando mis increíbles pensamientos de alta intensidad logística, es porque ahora mismo acaba de sonar el teléfono y era una loca para decirme que se había equivocado al llamar, que quería hablar con Raúl. Le dije que el que estaba al teléfono era yo y me reprendió verbalmente, de que no le tomara el pelo. Traté de convencerla de que podía hablar conmigo, pero increíblemente me dijo que yo estaba más loco que ella, que cómo iba a hablar con un extraño, con una persona que no conocía. Estuve un rato tratando de meterla en cintura pero la misma estaba más loca que yo. La dejé por incorregible. Hay locos que no tienen cura.

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