lunes, 17 de mayo de 2010

Tercer día en Barcelona

No aparcamos el coche cerca de la Plaza de Cataluña y nos fuimos a pie a recorrer muchos lugares importantes como el Barrio gótico, a ver la Pedrera, el Teatro de la música catalana, la Sagrada Familia, etc. Como hace unos 5 años atrás, esta vez también dejamos que las palomas comieran en nuestras palmas de las manos en la Plaza. Quise ponerme a la altura de las palomas y me puse a comer con ellas. Es una experiencia divertida y llena de enseñanzas. No me importaba que algunos dijese que estaba haciendo payasadas. A lo largo de estos años he forjado una autoestima muy fuerte. Claro, siempre y cuando lo que hago no esté en relación directa con mi pasado.

Eran las 11 de la mañana y Barcelona se llenaba de un gentío incalculable a esa hora. Las calles, las plazas, los bares, tiendas, etc., eran un ir y venir de gente. Mientras Zaide, Romy y Mano se interesaban por cada detalle arquitectónico, de muros y puertas llenos de historias, yo, Raúl, me concentraba en las caras de las personas. Cualquiera podría decir que me fijaba solamente en las chicas bien formadas, muy hermosas y sensuales, que se pasean apresuradas y ensimismadas, con sus móviles y sus carteras por las avenidas y prados de Barcelona; pero no, yo mira tanto a niños como a ancianos, hembras o machos, gordos o flacos, negros o blancos, rusos o chinos, catalanes o cubanos, nadie hacia la diferencia. En la Plaza de Cataluña me ha preguntado el vendedor de alpiste para las palomas por qué este día estaba lleno de cubanos. Había reconocido mis orígenes por el acento de mis palabras. Quedé atónito.

En la librería “La Casa del Libro” de la Gran Vía de Barcelona compré dos bolsas de libro. Romy, Zaide y Manoli se fueron al Nespresso a probar el café y a comprar también. George Clooney tuvo la osadía y la valentía, aprovechándose de mis escapadas literarias, de besar la mano de mi esposa. Romy vino corriendo, sin atender el tupido y estrazado tráfico de la Gran Vía, a buscarme por toda la librería. Al encontrarnos la percibí algo contrariada. Sabía que algo extraño había pasado; pero el destino quiso que ese beso en su mano reafirmara mucho más su amor insaciable hacia mí. Ya sé de antemano lo que me espera esta noche en casa. Las noches en Barcelona, hasta hoy, han sido calurosas pero hermosas y románticas. Parece que la estrechez del recinto aviva los fuertes sentimientos. Romy se ha sentido siempre muy atraída por mí. George no recibiría nunca ese chance que yo recibí un día para siempre.

Después en casa Zaide nos mimó el paladar con un exquisito manjar a la catalana: garbanzo frito en salsa de tomate, arroz blanco y lomo de cerdo rebozado. No parábamos de comer. Ahora estamos muy llenos y no podemos casi ni movernos.

Siento mucho que tenga que reducir mis publicaciones. Hubiese querido referirme a mi querido hermano Lilo, a los visitantes de ayer: Monika, Belkis, Luismy, Carmenchu y Nelso, pero nuestros anfitriones nos llevan de la mano y corriendo. Han planificado nuestras horas para que aprovechemos el tiempo en Barcelona, como si nosotros hubiésemos venido a esta gran ciudad por última vez. Además, las temperaturas son de turistas, los lugares invitan por sí solo, las vivencias son únicas, el compartir se hace especial. Pensamos que nuestro corazón se reparte en las calles de Barcelona y se queda muchos pedacitos pegados al pavimento. Zaide y Manoli siempre muy atentos y preguntándonos por nuestros sitios de interés, pero también lo hacen todo por vernos felices.

Espero que nuestras fotos les gusten mucho a ustedes. Mano tiene muchas más para pasar a mi disco duro. Ya las podré subir más adelante.

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