Pudimos partir a la hora prevista, 1:30 p. m. Todos los planes había salido a pedir de boca. Bueno, en verdad que perdimos 5 minutos al volver a casa, Raúl había olvidado algo muy importante, la cartera subterránea anticarterista. No obstante, llegamos a la hora planificada al airport de Colonia-Bonn. Romy no le hacía mucho caso a Raúl cuando este decía que se había perdido, que había trastocado las salidas o entradas de la autopista. Ella ya está entrenada en estas cosas. Así que el trayecto hasta el aeropuerto fue algo aburrido para Raúl.
Black, alias VW de los González, (así se llama nuestro coche), se puso de suerte. En la nave de aparcamiento 3 habían 64 aparcamientos vacíos y pudimos descubrir uno en el 7mo. piso. Pensábamos ya que no encontraríamos ninguno. Era necesario. Aquí el precio de estacionamiento por una semana es de 39,- euros. De tener que pagar uno en la nave 2 tendríamos que desembolsar 99,- euros. Una diferencia abismal. Menos mal que Romy acertó muy bien, pues yo casi ayer que reservo uno en el 2. Tenía miedo que no encontrásemos un aparcamiento para Black.
Ahora teníamos tiempo suficiente para irnos a entregar las maletas en la terminal 1 de Germanwings. Allí nos dijeron que volaríamos con Lloyd. Una falta de respeto, pero no estábamos para discutir. La Stimmung era de vacaciones y casi que yo iba gritando la ola y diciendo “Barcelona, Barcelona…”. Romy me regaña y me pide que me comporte. Los cubanos la hacemos en cualquier lugar.
Después de las maletas nos fuimos a comernos nuestros trocitos de frutas de mango, piña, así como verduras tan ricas como ají y zanahorias. Invité a Romy a tomarse un café en Burger King y yo me ofrecí una amburguesa de jamón bien grande. Allí había posibilidades de entrar a la Internet por el WLan pero no lo hice. El proveedor era TMobile y la red me indicaba que no garantizaba la seguridad y que yo tenía files desprotegidos en mi equipo. Salí rápidamente. Nos fuimos entonces a hacer el Check In definitivo y no presentamos problemas. A Romy fue la única que le revisaron la mochila. Siempre es así y es fácil de explicar: “Yo vengo de primero con mi cara de terrorista y soy el esposo. Claro que ellos entonces piensan que yo tengo que haberle dado los explosivos y los aparatos electrónicos a la ingenua alemana que viene detrás de mí. Por eso revisan siempre a Romy y a mi me dejan pasar rápido. Yo saco mi lapto, se la muestro y ellos muy amistosamente me dicen que siga que todo está bien. El mismo jueguito de siempre, si me quedo desempleado me meto a terrorista. Es un curralo seguro.
A las 16:30 horas le pido a Romy que le mande un SMS a Zaide, diciéndole que ya vamos a entrar al avión. Una mentira que nos ilusionas. A la altura de las 17:00 horas fue que empezamos pasar a la pista. Yo como siempre, me metí delante para coger un asiento bueno; pero el aeromoso a la entrada del avión me explicó, a mi pregunta de cómo yo reconocía los asientos reservados, que eso pasa en Germanwings, pero no en Lloyd, aquí los pasajeros tienen ya su asientos especificados. Nos tocó la fila 22, los asientos 22E y 22F, el G se quedó vácio, así también en la fila del lado izquierdo. No me gustó que estuviésemo detrás de las alas, aunque podíamos ver el paisaje de nubes que nos cercaba como un Sandwisch. Eran tres pisos de nubes. Los dos primeros pisos eran nubes tupidas. El último piso tenía agujeros por donde penetraba el sol. Eran los primeros rayitos que veía desde que comenzó el mes de mayo. Eso para que vean que la vida nublada y gris de Alemania no es un paseo como algunos piensan. No obstante, me he dado cuenta que me he vuelto un alemán de pura cepa. Lo primero que hice fue cerrá mis dos ventanillas para que el sol no me molestara. Parece que me está gustando la oscuridad. Romy se ha quedado dormida con cara de iguana. Cuando era joven me gustaba verla dormir con su cara de ángel. Ahora le ha dado por poner cara iguana seria. Parece que se quiso dormir para no coger miedo. Yo estoy cagao del miedo. Dicen que los aviones se caen para abajo. Eso no me gusta, pero hay que sacrificarse para ver a sus amigos y pasar unas vacaciones buenas. Aunque a decir verdad, Zaide me dijo hoy por la mañana al teléfono que en Barcelona estaba lloviendo y que hasta habían virado a Jose de su excursión que tenían por la escuela. Me dijo también que para el lunes y martes habían anunciado 30 grados de calor. Y nosotros que no pasamos en Alemania de los 12 grados. No digo uno más para que no me digan: “¡Tócate! Soy muy listo.
Me alegro mucho que esta noche, cuando nosotros lleguemos a Barcelona (sobre las 7:30 p.m.) Lilo también esté esperándonos junto con la familia de Manoli. Será un alto multitudinario. Mano me dijo que en dirección al aeropuerto (ellos viven en la casetica que está debajo de la torre del aeropuerto) iban gente con grandes abanicos y que se imaginaban que era para soplar el polvo volcánico. Otros, un grupo bastante grande, iban con frazadas grandes para secar la pista de Barcelona para que nuestro avión no fuera a patinar. Mira que hay gente sacrificada y buena que nos quiere.
Siento mucho que Romy, como siempre muy ordenada y práctica, haya sacado la pelota de esponja que yo había metido ayer en la maleta. Me lo dijo cuando le pregunté por la misma y que yo la había echado ayer en la maleta profiláctimante para no olvidarla. Le dije que los niños, José y Toni se pondrán triste porque no podremos efectuar nuestro campeonato de balompié de sala. Ella ahora está triste y fue por las tiendas del aeropuerto sin poder encontrar una con pelotas. No sabe donde va a meter la cara cuando los niños le pregunten. Y mira que ellos me lo recordaron cada vez que yo los llamaba por teléfono: “¡Acuérdate de la pelota!”. No nos quedará más remedio que comprar una pelota en Barcelona. Ya veremos.
El aeromoso no deja dormir a la gente. Cada cierto tiempo habla por los autoparlantes, ofreciendo comestibles de todos los tipos para niños y adultos. Cada vez que pasa la aeromosa son dos o tres los que compras. La gente sabe que la oferta es cara, porque los pasajes son baratos. Nadie es bobo. No se deja inmutar, sigue durmiendo, con la misma carita, yo la adoro. La madre del que le diga iguana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario