jueves, 20 de mayo de 2010

Algo de lo mismo que no es igual

No es lo mismo comerse un zuchi en Japón que Europa, como tampoco lo es una pizza napolitana en Italia que en cualquier parte del mundo. Así me ha pasado con el picoteo durante la cena. Ya estamos en Alemania, pero yo sigo en España. Hoy quise demostrar empíricamente que eso en Alemania es casi imposible. Independientemente de si los ingredientes del picoteo sean españoles. Abrí una latica de zamburiña, una de pimientos de picotilla, aceitunas, chistorras originales catalanas freídas correctamente por mí, etc. Admito que el vino barato de la más baja calidad es de Macedonia. Pero me gusta mucho. Ah, se me olvidaba casi intencionalmente: no tenía pan de flauta y puse unas galleticas de pan integral, que saben a tierra. Quizás eso influye también mucho.

Pues bien, acabo de comer y veo que no es lo mismo. No hubo un momento en que pudiera reír, ofender verbal y amistosamente a alguien o simplemente intercambiar una picardía a la cubana. Nada, comí con una cara de concreto a la alemana que me ha dejado insatisfecho. También sé que no habrá masturbación mental que me saque del aterrille. El día empezó mal y termina mal. No me queda más remedio que aceptar mi situación, taparme la cabeza con la frazada y esperar por las próximas vacaciones a España.

Hace una hora que hablé con Mano en Barcelona y unos 30 minutos que lo hice con Lilo en Alcossebre. Hicimos una reseña incompleta de los día vividos allá y de lo mucho que gozamos. Hacía tiempo que me faltaba esa vida. Recordamos el primer día que reímos hasta soltar los mocos y teníamos que reprimir la risa porque eran más de las 12 de la noche y estábamos en un piso con paredes de cartón. Hacía tanto que no me reía así, a piernas sueltas y con dolores abdominales. Espero que eso me ayude a sobrellevar los próximos meses de aislamiento total, con salidas esporádicas al jardín.

Aquí mando dos fotos que le hice al festín personal.

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