Estoy muy contento, nuestro primo Miguel está de nuevo entre nosotros, portando el mensaje sagrado del próximo advenimiento familiar, haciendo gala así mismo de su segundo nombre, Ángel. Esta aparición, después de una súbita evaporación que se prolongó por mucho tiempo, viene a ser casi pues el preludio de una reunificación familiar virtual. Creo que lo pude explicar mejor una vez en mi “Introducción” al blog:
“La internet se ha convertido en una poderosa fuente de bálsamo disponible, casi diaria y a veces permanente, que nos ha acercado nuevamente, estrechando los lasos ya existentes…”.
Pues bien, el hecho de que pronto nuestros queridos tíos se encuentren en el querido México, junto a nuestros también queridos primos chilangos, además de que, y que me perdonen este anidamiento tan largo de las oraciones, también nuestros norteamericanizados primos guaraníes estarán allí presente, faltando, entre otros muchos, quién estas incoherentes reflexiones escribe, o sea yo, harán de este reencuentro un momento transcendental sin precedentes en la historia familiar y cibernética de la Internet. Puede que esta última parte de la oración sea una redundancia, pero no encuentro mejor forma de explicarme.
Somos todos de una misma camada, en el sentido sano y bueno de las relaciones familiares, y nos necesitamos. Qué bueno entonces que exista esta casita virtual para reencontrarnos; con sus pocos cuarticos, pero rica en contenido y sensibilidad. No importa que, como resultado del medio en que vivimos, confrontemos a diario experiencias abismalmente diferentes, como la piedra angular de nuestras proyecciones y desafinamientos personales, lo importante es la familia y el cuidado celoso del sello de cariño que le acuñaron nuestros antecesores a nuestras relaciones familiares, como el nexo que nos unió definitivamente y para siempre. Creo que también lo quise expresar en la susodicha introducción, cuando escribía:
“Pero a pesar de las innegables diferencias que nos puedan distanciar geográfica-, cultural- e ideológicamente, RF se vuelve central en este proceso de interacción y recomposición de nuestros nexos…”.
Pues bien, creo que todo esto merecía ser mencionado y tenido en cuenta antes las eventualidades. Los acontecimientos que se avecinan así lo exigen. Podría seguir poniendo una palabra detrás de la otra, cuidando siempre acotejarlas según su orden y su naturaleza sentimental, pero los hechos que tendrán lugar en la calle San Matías, en Coyoacán, no podrán ser descritos solamente con palabras e imágenes. Habrá que vivirlos para sentirlos. Espero entonces que nuestros primos y tíos se acuerden de nosotros, los infelices de este mundo, a la hora de brindar, recitar, escribir y saludar.
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