Todos los días, antes de irte a la cama, lo primero que haces al abrir la ventana, es mirar las calles vacías y frías de Kadenbach, iluminadas por sus farolas modernas que iluminan el paso de los callejeros y los gatos haciendo sus rondas. Así cada día. Ayer por la noche fue igual, nada hubo nuevo en el paisaje, sólo que el aire frío y cortante ya no lo era tanto.
La sorpresa entones esta mañana al levantarnos. Las calles de ayer estaban hoy cubiertas de un manto blanco conocido. El aire frío se había posado sobre la aldea, como una manta blanca que lo cubría todo. Entonces estas fotos que el frío me dejó hacer, antes de refugiarme nuevamente al calor del cuarto.

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