viernes, 25 de febrero de 2011

No permitas que el bosque te impida vernos

capeylobo

La segunda parte de “Caperucita, el bosque y el lobo”.

En realidad, según me contaron, la metáfora es a la inversa; o sea que no sean los árboles quienes impidan ver el bosque. El bosque como un todo común, útil, vital. Pero a mí personalmente me gusta más la frase virada, en donde es el bosque el que impide a veces ver los árboles, como unidades por separado, con sus raíces, sus ramas, sus hojas y sus frutos.

No obstante, yo prefiero seguir el curso de la metáfora iniciada con el bosque, Caperucita y el malvado lobo. Esto es un combinación que me fascina; pero sobre todo porque la encarnación que como misión hemos hecho de nuestra prima María en Caperucita, en su lucha contra el lobo, en medio de un bosque tupido, que como un laberinto no te deja ver la salida; algo así como el éxito, el logro de tus esfuerzo, etc.

Mario Benedetti se me adelantó y escribió ya algo sobre Caperucita Rota y otros pedazos. Allí el menciona también el bosque como metáfora de iniciación, hacia la madurez, como un camino trillado por todos nuestros antecesores. Claro, esto no encaja en nuestro objetivo de la encarnación de Caperucita por nuestra prima, ya que ella hace mucho ya que es adulta y más bien por su edad debería estar en camino de regreso del bosque. No sin dejar la duda supra de saber a la salida del bosque todos somos otra persona, que hemos cambiado lo suficiente como para darnos cuenta que el bosque nos cambia, a veces demasiado.

Ya decía yo que el bosque tiene de todo. Por el mismo andan todos, tropezando- o esquivándose. Unos se topan con nosotros y otros con los depredadores, como los lobos. Debería haber más cazadores que lobos, pero todavía no son suficientes y los malvados andan sueltos haciendo de las suyas. En medio del bosque entonces Caperucita, la Roja, el color de la pasión, la sangre, la vida misma, la esperanza, pero también del fuego, la devastación, la quema aniquiladora y el nuevo comienzo. Pero nada es fácil, tampoco algo así como borrón y cuenta nueva.

Y llegó la hora de la primera interpretación de la metáfora que nos congrega aquí: El bosque que impide ver a sus árboles por separado.

Interpretación 1: No permitas que la cotidianidad te impida vernos a nosotros los demás árboles, sedientos de agua para vivir.

Ya veo, es una interpretación bastante personal o familiar, por el derecho que tenemos a ser parte también de su vida. Estoy hablando de nuestra prima María Antonia, alias Reyna, en su encarnación de Caperucita Roja, la que se perdió en el bosque. Nosotros entonces debemos encontrarla, sacarla a un claro del bosque y comunicar con ella.

Continuará…

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