Para los húngaros el Balatón es mucho más que un lago, para ellos el lago es su mar, sus orillas son sus costas, el lugar idóneo para sus vacaciones, el orgullo de todos los nacionales. Disfrutar la vista de sus tardes, las que ofrecen sus restaurantes, cafés y terrazas sobre las colinas o catar su cerveza original de barril en una Csárda, con dominio panorámico sobre sus viñas y sus bodegas, en contraste con la superficie resplandeciente del lago y sus puestas del sol, esos momentos se gozan mejor con amigos y conocidos, compartiendo cada impresión y vivencia intensiva.
La península Tihany, y no una isla como muchos siempre mencionan, deja libre al lago hacia su orilla sur una travesía de 1,5 km, pero a ese estrecho le sigue la extensión de la cuenca del lago con sus largas y quietas orillas. En el sur ribetean la orilla los desfiladeros de la colina Somogyer y al occidente se pueden ver las cimas de las montañas de Fonyód y de Balatónboglár. Cruzar el lago por este estrecho por medio de los trasbordadores acorta camino y tiempo. En apenas 10 minutos te encuentras ya en su otra orilla, sin tener que abandonar el coche.
Los problemas internos de la región son sus breves temporadas de buen tiempo y la situación económica del país. El salario promedio del trabajador húngaro no pasa de los 90 mil forintos (unos 345,- euros) al mes y esto relacionado con los precios de sus supermercados, igualados a los precios de Alemania y muchas veces por encima de los mismos, disminuyen preocupantemente el poder adquisitivo de los húngaros. Esto, ligado a la crisis mundial, es todavía más preocupante y acentúan en parte el desbalance económico abismal entre las dos clases de turistas en el Balatón: los húngaros y los extranjeros, donde prepondera el turista alemán (según la región); pero sobre todo de la Alemania oriental. Si en contraposición a esto, y según las leyes del mercado de la oferta y la demanda, que (no)se orienta por el poder adquisitivo del turista, entonces el nacional se ve muy afectado y a veces relegado a los lugares que por sus posibilidades económicas y materiales puede visitar.
Durante muchos años nosotros siempre visitábamos la región sur del lago, la ciudad de Fonyód. Esta vez decidimos visitar la región del norte. Geográficamente sabíamos que sus playas eran diferentes. En el sur el nivel del agua, lago adentro, se mantiene bajo; mientras que en el norte sus aguas en la orilla son profundas. Aquí no hay arena, pues recordemos que esto es un lago. Esta diferencia sustancial entre las dos orillas hace que el sur sea el lugar ideal para los niños.
Para mí personalmente también existe una diferencia entre los húngaros del sur y los del norte, especialmente en su relación con el turista alemán. Los del sur mayormente hablan el idioma alemán y el trato con los extranjeros es más sociable. Pero bueno, esta apreciación mía es personal y por tanto muy subjetiva. No obstante, ya la he escuchado también muchas veces de los alemanes. O quizás siempre tenga los oídos dispuesto a escuchar esta aseveración que compagina con la mía.
Estas vacaciones en Csopak, una región donde prepondera el turista húngaro, puede que me haya acercado más al verdadero húngaro; o viceversa, pues la proximidad es paradójicamente a veces un acercamiento inicial, donde el conocimiento personal se transforma muchas veces entonces en el distanciamiento definitivo. En otras palabras, mis vivencias y experiencias personales con los húngaros era otra anteriormente. Hace diez años atrás (que por cierto era más joven y esto juega también un roll importante a la hora de hacer apreciaciones), cuando venía con más regularidad al Balatón, observaba que los húngaros, como todos los ciudadanos del bloque del este o países del campo socialista, todavía tenían la misma mentalidad y forma de comportarse. Han pasado más de 20 años desde la caída del Muro de Berlín y Hungría no ha quedado fuera de la influencia del mundo contemporáneo. Así el húngaro joven ya tiene otra visión del mundo. Más sin embargo, vacilo mucho entonces para extenderme en el asunto y reflexionar sobre la hospitalidad del nuevo hombre húngaro. No quiero y tampoco puedo generalizar. Creo que el tiempo para mí aquí es muy breve para juzgar y mis sondeos pueden ser muy atrevidos. El desconocimiento de la lengua y la historia de los magiares me imponen límites.
La península Tihany, y no una isla como muchos siempre mencionan, deja libre al lago hacia su orilla sur una travesía de 1,5 km, pero a ese estrecho le sigue la extensión de la cuenca del lago con sus largas y quietas orillas. En el sur ribetean la orilla los desfiladeros de la colina Somogyer y al occidente se pueden ver las cimas de las montañas de Fonyód y de Balatónboglár. Cruzar el lago por este estrecho por medio de los trasbordadores acorta camino y tiempo. En apenas 10 minutos te encuentras ya en su otra orilla, sin tener que abandonar el coche.
Los problemas internos de la región son sus breves temporadas de buen tiempo y la situación económica del país. El salario promedio del trabajador húngaro no pasa de los 90 mil forintos (unos 345,- euros) al mes y esto relacionado con los precios de sus supermercados, igualados a los precios de Alemania y muchas veces por encima de los mismos, disminuyen preocupantemente el poder adquisitivo de los húngaros. Esto, ligado a la crisis mundial, es todavía más preocupante y acentúan en parte el desbalance económico abismal entre las dos clases de turistas en el Balatón: los húngaros y los extranjeros, donde prepondera el turista alemán (según la región); pero sobre todo de la Alemania oriental. Si en contraposición a esto, y según las leyes del mercado de la oferta y la demanda, que (no)se orienta por el poder adquisitivo del turista, entonces el nacional se ve muy afectado y a veces relegado a los lugares que por sus posibilidades económicas y materiales puede visitar.
Durante muchos años nosotros siempre visitábamos la región sur del lago, la ciudad de Fonyód. Esta vez decidimos visitar la región del norte. Geográficamente sabíamos que sus playas eran diferentes. En el sur el nivel del agua, lago adentro, se mantiene bajo; mientras que en el norte sus aguas en la orilla son profundas. Aquí no hay arena, pues recordemos que esto es un lago. Esta diferencia sustancial entre las dos orillas hace que el sur sea el lugar ideal para los niños.
Para mí personalmente también existe una diferencia entre los húngaros del sur y los del norte, especialmente en su relación con el turista alemán. Los del sur mayormente hablan el idioma alemán y el trato con los extranjeros es más sociable. Pero bueno, esta apreciación mía es personal y por tanto muy subjetiva. No obstante, ya la he escuchado también muchas veces de los alemanes. O quizás siempre tenga los oídos dispuesto a escuchar esta aseveración que compagina con la mía.
Estas vacaciones en Csopak, una región donde prepondera el turista húngaro, puede que me haya acercado más al verdadero húngaro; o viceversa, pues la proximidad es paradójicamente a veces un acercamiento inicial, donde el conocimiento personal se transforma muchas veces entonces en el distanciamiento definitivo. En otras palabras, mis vivencias y experiencias personales con los húngaros era otra anteriormente. Hace diez años atrás (que por cierto era más joven y esto juega también un roll importante a la hora de hacer apreciaciones), cuando venía con más regularidad al Balatón, observaba que los húngaros, como todos los ciudadanos del bloque del este o países del campo socialista, todavía tenían la misma mentalidad y forma de comportarse. Han pasado más de 20 años desde la caída del Muro de Berlín y Hungría no ha quedado fuera de la influencia del mundo contemporáneo. Así el húngaro joven ya tiene otra visión del mundo. Más sin embargo, vacilo mucho entonces para extenderme en el asunto y reflexionar sobre la hospitalidad del nuevo hombre húngaro. No quiero y tampoco puedo generalizar. Creo que el tiempo para mí aquí es muy breve para juzgar y mis sondeos pueden ser muy atrevidos. El desconocimiento de la lengua y la historia de los magiares me imponen límites.
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