Muchas cosas, citas personales o laborales, posibilidades materiales o tecnológicas, intereses diversos de acuerdo al aumento de posibilidades, para muchos de nosotros es ya demasiado. Sentimos la nostalgia por la sencillez y la claridad; parece como si la sobreabundancia golpeara constantemente nuestras vidas y nuestras actividades hasta el agotamiento físico inmejorable. Algunos nos ponemos a salvo en las vacaciones y disfrutamos estar por fin a solas con nosotros mismos y los seres que nos son más importantes en nuestras vidas. Qué bueno vernos entonces atendidos confortablemente, cuando vemos que todo puede ser sencillo y claro!
También cuando las vacaciones han pasado, seguimos en la búsqueda de la sencillez: la buena música, como algo tan simple y hermoso, una buena pero humilde receta culinaria, sin mucha suntuosidad, una misa en la iglesia que no nos exija rendimientos ni méritos, simples espacios y paisajes naturales que no nos agiten, sino que nos deje recogernos hacia adentro, en una espiral reconfortante y humana hacia nuestro centro. Cada vez más tenemos la impresión de que lo sencillo es lo bueno, lo percibimos a diario cuando nos acercamos más a nosotros, a los demás, al Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario