Tenemos días maravillosos, días prematuros de primavera. No queda más remedio que salir, con la cámara preparada, a eternizar la naturaleza y sus habitantes. Hoy volví entonces al monte, visité al pastor y sus ovejas y corderitos. Sentí pena al ver estos últimos, de pensar que en un par de días estarán en mi plato de la mesa. Me sentí peor que un lobo devorador. Pero después el paisaje de Kadenbach me calmó y regresé a casa conversando con un buen vecino de la aldea. Para ustedes entonces este álbum de mi propia inspiración.

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