miércoles, 17 de marzo de 2010

Primavera

De acuerdo al calendario, la primavera comienza el 20 de marzo; mientras que meteorológicamente se cree que es el primero de marzo. Más sin embargo, cada año el despertar de la naturaleza se anuncia en esos fugaces momentos, por demás impredecibles. Nos sorprende un mediodía cualquiera de marzo, a la salida del trabajo en dirección a la pausa. La mañana, todavía fría, también con neblina, casi habituados como estábamos al frío eterno, rudo e incómodo; sin sentir siquiera un rayito de sol, sabiendo de su existencia salvadora.

Y ahora, a penas sales al umbral de la puerta, un rayo de luz te da la bienvenida y te transporta a otra estación, del calendario, como si el frío no te hubiese hostigado nunca. ¡Por un momento te olvidas de él! Lo dejaste en ese momento de la salida, o nunca existió; todo no te pareció más que una larga pesadilla, un mal dormir. El abrigo molesta y ya no lo necesitas. Cómo pudiste calzarte una pieza tan calurosa al salir de casa; aunque ayer todavía te parecía que mantenía poco calor.

En el aire ese aroma inconfundible de vida y deseos, de añoranzas y sugestiones cercanas. De un momento a otro todo será normal: el verdor del paisaje, el cielo azul despejado, el gorjeo de los pájaros, la luz intensa del día, el calorcito de los primeros rayitos de sol, la alegría de vivir reflejada en los rostros. Te das cuenta, la vida comienza de nuevo, así lo percibe el cuerpo dolorido todavía. Es un impulso a la vida. Empezará otro abril biológico y tendrás un año más; o mejor dicho, un año menos. No importa que tus fuerzas se vean por momentos renovadas. La suma al final será una resta. Con el paso de los años esperarás las primaveras, como esta de ahora, que por fin va llegándonos. Mientras tanto, una interrogante te quitará por un instante la tranquilidad: ¿Cuántas más vendrán?

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