sábado, 16 de noviembre de 2013

Es mi viernes de caridad

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15.11.2013 Visito las residencias, un álbum en Flickr.

A través de Flickr:
Hoy es mi día caritativo, el día de la penitencia, el día de los amigos, el día social. Según la biblia, cada día debes haber hecho algo bueno. Y como habían pasado tantos días míos egoístas, sólo pensaba en mí, entonces decidí que este viernes en vez de correr para casa después de la escuela, mejor lo empleaba en ir a las residencias y saludar a mis amigos. Pero mis amigos no son jóvenes, ya han rebasado las edades de 90 años, Edwin tiene 94 años y Günther 92.

Pasé por la cafetería, aunque sabía que no encontraría a Edwin, el prefiere quedarse en su cuarto y comerse una fruta y leer en sus libros y después buscar en sus diccionarios las palabras nuevas. ¿Cómo se puede tener todavía interés por nuevas palabras a esa edad? Para mí es un enigma. Quizás deba aprender de estos dos amigos míos. Edwin Stoebenau fue funcionario del estado y tenía que ver con las leyes de cuidados de Alemania, en su departamento. Siempre se interesó por los idiomas y domina muy bien el latín. Por eso me saludaba siempre en español. Me cuenta que ahora, a su avanzada edad, ya la vista no le funciona bien. Él tiene ojos azules y cuando se tiene el genoma de la degeneración progresiva de la vista, no hay médico que pare el proceso.

Allí estaba Edwin en su cuarto, disfrutando de un Kiwi. Le libro yacía sobre la mesa. Se demoró en abrirme la puerta, pues primero se lavó las manos, él lo mantiene todo siempre limpio y ordenado. En un verdadero funcionario de estado, todo muy meticuloso siempre. Por eso le admiro, porque es muy distinto a mí. Conversamos mucho. Me cuenta que todavía hace ejercicios en su balcón al levantarse a las 6 de la mañana y después se frota todo el cuerpo con un cepillo. Lo hace desde hace más de 40 años. A él le gusta mi forma de ser. Dice que soy muy alegre y que me río hasta de mí mismo. Parece que también le agrado porque soy muy distinto a él.

Después de más de media hora con Edwin me fui a visitar a al Dr. Ebeling (Günther). Es jurista y no me atrevo a llamarle por su nombre. Aunque sé que a él no le importaría mi descuido. Sabe que soy cubano y que no tomamos muy en serio los títulos. El pobre, lo saqué casi del servicio. De saberlo hubiese esperado un poco más. No obstante le ayudé a vestirse de nuevo y lo llevé a su salita. Günther tiene un cuarto más grande, con más libros y más papeles. A los 92 años él lo hace todo, también para su esposa. Hace la declaración de hacienda, contabiliza las facturas, controla las recetas, los medicamentos, en fin que lo hace todo. Qué tenacidad y que seriedad.
Los diez minutos que me quedaban, hasta ir a recoger a Romy al trabajo, los empleé en visitar a mis compañeros de enfermería, los conserjes y economía doméstica. Es viernes y ya no hay nadie en la administración.

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