lunes, 29 de agosto de 2011

Felicidades Carlitos en tu día

carlosSi tomáramos en serio el pronóstico de vida hecho por el autor de “El gato budista”, de que el ser humano parte de la premisa de 70 años de vida y que los de más años añadidos son solamente los extras, mi sobrino Carlitos en Ucrania se encuentra entonces a un año de su cenit. Este año Carlos cumple 34 años de edad.

Esta fecha me lleva al año 1977, aquella noche de agosto calurosa, cuando apenas yo ostentaba orgulloso mis 17 años. ¡Caramba que todo lo tengo que relacionar conmigo! Bueno eso hacemos todos, pues el mundo no existiría sin nosotros. Quien tenga otra tesis que la presente. Pero es verdad, ahora se trata de Carlitos. Volviendo a aquella noche singular. Recuerdo que el grito de mi madre: “Raulito, corre, avísale a Cascorro (el escritor Raúl Cascorro, el padre de Teresa, el abuelo de Carlitos), que venga con la máquina, a Teresa se le rompió la placenta…”. Qué sabía yo de placenta ni nada, pero algo me decía que debía hacerle caso a mi querida madre. En unos segundos ya estaba yo en casa del Raúl Cascorro, tocando frenéticamente la puerta, el timbre, llamando alarmado. Eran más de las once de la noche y mis gritos se oían en todo el vecindario.

Empezaba el día en que Carlitos vendría al mundo y nosotros cuatros, Teresa, el señor Cascorro, Mami y yo nos dirigíamos en máquina  a hospital de maternidad de la carretera central, a sólo unos pasos de casa. Recuerdo todavía aquellos dos caballos sueltos que se nos atravesaron y el nerviosismo del abuelo al timón. Pero no pasó nada, llegamos rápido y hasta aquí llegan mis recuerdos. Así evoco yo, con mucha tensión y alegría, el nacimiento de Carlos Enrique González González, mi sobrino. Lo que no sabíamos todavía: un González por partida doble superará a su procreador y sus tentáculos llegarán hasta Ucrania.

Mi sobrino, después de este breve recuento – aunque puede que mis recuerdos estén un poco deteriorados por el paso del tiempo – me dispongo a felicitarte. Te deseo en este día sobre todo mucha salud y vitalidad. La necesitarás para tus aventuras amorosas. Espero que, como tú padre, llegues a encontrar algún día tu otra media naranja. Tu padre estuvo también de camino por mucho tiempo hasta que encontró felizmente a su Sarita. Tú también encontrarás la tuya y disfrutarás de la felicidad del matrimonio. Pienso que te queda un año para alcanzar la maestría. Quiera el destino entonces que puedas poner en práctica tus experiencias y encontrar la princesa de tu vida. Pero hoy es tu día y nosotros elevamos nuestras copas para brindar por ti y tu felicidad.

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