No importa que lo sepa y que me pase todos los años, pero no puedo conformarme. Es una hora menos para comunicar, para dedicársela en algo a mis familiares o amistades. Me acosté en la madrugada y me quedé dormido. No pude ver el cambio, pero lo siento ahora. Me falta espiritual- y físicamente. Todos los años me quitan esta hora tan importante para dármela en el invierno, oscuro y aburrido.
Eso sí, viéndolo desde muchos puntos de vista y haciendo asociaciones, no es lo mismo perder una hora en Alemania que en Afganistán o en Europa que en África. Una hora menos de pobreza o una hora más, diría alguien que da lo mismo. No sé, pero a mí me falta. Y si hoy es así de duro, entonces mañana lunes día de trabajo lo será el doble. Empezaré a trabajar a las 7 de la mañana, aunque me quieran hacer creer que serán las 8 en punto.
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