Tú
y
Nosotros
Esta forma de comunicación
¿Qué es lo que nos mantiene juntos?
¿Cómo entablamos relaciones y las mantiene vivas?
La respuesta más breve es: “La comunicación”, que no significa solamente hablar, monologar, leer o ver la televisión; es también escribir. Sabemos que de todas las formas en que nos comunicamos, el lenguaje no verbal es muy útil y fundamental para sentirnos seguros y confiados con quién y sobre que tratamos. Esta es la forma que más nos afectas entre tú y nosotros. No estás solo en esta circunstancia condicionada, nosotros también, como tú, nos vemos afectados en lo mismo por nuestras situaciones geográficas. Pero no nos quedamos con los brazos cruzados, contemplativos esperando que la situación cambie. No queremos ser “solamente” el “resultado del medio en que vivimos”. Sabemos que si actuamos, cada uno personal- e independientemente, podemos superar esas barreras.
También cuando estamos a solas con nosotros mismos tratamos de mantener la comunicación. Son esas veces que comenzamos una conversación virtual con nuestros seres queridos, los presentes y los ausentes; los que están y los que ya no están; pero sobre todo cuando siempre están presentes en nuestros corazones, en ese panteón sagrado que sólo ocupan las personas que siempre hemos querido y que no son reemplazables por nada ni nadie en este mundo. Son en esos monólogos cuando utilizamos la fuente de riquezas de nuestros recuerdos, aquel jardín de flores que ellos sembraron y cuidaron en nosotros a lo largo de nuestras vidas conjuntas para que un buen día – por ejemplo este presente de ausencias físicas – podamos alimentarnos de ellas y evitar convertirnos en zombis.
Quizás tú tienes todavía la dicha de compartir tu vida en el día a día con tus seres queridos. No veas nunca esos momentos como una rutina o un suceso normal producto de tu existencia. La vida es muy corta para reducirla a momentos de convivencias normales, o sea no transcendentales. Son momentos que nunca más volverán y que algún día recordarás por algún motivo, algún aroma, un color, un sonido o algo que se ha quedado grabado para siempre en tu alma. Es así cuando disfrutas una comida exquisita hecha por alguien muy querido, convives un momento excepcional oyendo alguna música que te roza el corazón o simplemente estás atento a esas palabras de cariño y buenas intenciones de alguien que te aprecia y te quiere verdaderamente. Piensa siempre que esa persona frente a ti te está dedicando su tiempo, su atención y su corazón; en fin su amor. No lo percibas en segundo plano, no dejes que tu autopiloto interior asuma la función de la interacción, porque esa es la rutina, la que borra los colores de la felicidad y lo hace todo gris y opaco. Quédate atento a cada gesto, cada palabra, cada dedicación de un ser querido tuyo, porque eso es vivir verdaderamente y el mañana nunca está seguro para nadie. Y bueno que sea así. Lo que está seguro no ocupa nuestra atención.
Ya sabes, de todas las formas de vivir la más esencial es la forma de comunicar con tu medio de forma activa y consciente. La televisión puede ser muy instructiva, pero de nada te servirá si no pasas a la acción. Tu estado de televidente, mientras ves y escuchas la tele es pasivo; hasta podría decirse que improductivo. Puede ser un momento especial cuando la compartes con un ser que quieres mucho y con el cual puedes debatir sobre el programa visto, donde puede ser que hayas aprendido algo nuevo para tu vida. No obstante, el hecho será siempre pasivo. Pero en el momento en que apagas el aparato y comienzas una conversación, una actividad útil, estás tomando las riendas de tu vida en tus manos. No dejes que nadie te guie, te dicte o te obligue a hacer algo. Sé tú mismo y ámate infinitamente. Cada decisión tuya propia y cada momento donde actúas conscientemente será un acto que te hará crecer a ti y ese “mí” ante los demás.
Estamos ahora en la percepción de uno mismo. “¿Quién soy”, en la psicología son el “mí” y el “yo”. La imagen que tenemos de nosotros o el “mí” de nuestros pensamientos y sentimientos acerca de nosotros mismos. Nos vemos desde afuera como imaginamos que los demás nos ven. Y esto difiere mucho de ese “yo” consciente que lleva a cabo las observaciones y tomas de decisiones. El “yo” contempla y el “mí” es el observado. La fuerte imagen que Galileo tenía de sí mismo le permitió ignorar el escepticismo y proseguir con sus teorías. No te dejes confundir nunca por los que propagan la uniformidad, la conformidad o la unanimidad. Pero también el comportamiento socialmente enfermo o indiferente tenderá a reforzar tu propia exclusión, pues no ofrece ninguna “recompensa” a los demás. No te excluyas nunca, no leas pasivamente, no te mantengas al margen de la vida. Pon mucho cuidado también en tus entusiasmos cómo simpatizante, fan o acólito.
La vida, como un juego de pelota, sólo tiene sentido si devuelves la pelota. No te quedes con ella si la has capturado, no la ignores si se te escapó, no la arrojes muy fuerte para herir al prójimo; no importa que te la hayan arrojado con mucha fuerza. Aceptar ciertas reglas de juegos es también importante; independientemente de que tú también puedes proponer otras, que deben ser aceptadas. Si eres buen oyente serás un buen lector y podrás leer tan bien como sabes escuchar a los demás. Sólo que cuando leemos nos faltan muchos detalles de la conversación activa, como los gestos, las formas, las expresiones de nuestros cuerpos. El arte de leer bien es mucho más difícil que el arte de escuchar bien, por todos esos detalles que nos faltan. Y no todos dominamos el arte de escribir bien, de describir un momento detalladamente, captando situaciones sutiles que pueden ser importantes. Pero cuando conoces a la persona que lees quizás puedas deducir algunas descripciones y leer entre líneas.
Ya termino con mi teque maquiavélico. Sé que te hará reflexionar por unos momentos y que después de leernos aquí en este cuaderno no nos dejarás abandonado al borde de la cama o en un rincón de casa y que tus monólogos con nosotros se expandirán al papel y por fin nosotros podremos participar de ellos. La vida es interesante cuando el puente de la comunicación se transita en ambas direcciones. Sólo así, y no de otra forma, tiene todo una razón de ser en nuestras vidas. Tu eres importante para mí, y tu vida también.
Kadenbach 2 de diciembre de 2012
por José Raúl González Betancourt
para el cuaderno “Rincón familiar tomo 1 y tomo 2”
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