
Hacía mucho que no recibía carta de Cuba. Ya ni me acordaba del correo de Cuba. Bueno no escribo para Cuba por temor a que nunca lleguen, le temo mucho al Triángulo de las Bermudas. Esto no es una crítica, es más bien broma irónica.
Mi hermana me manda estas cartas en modo "certificada". Esta vez no se demoraron tres meses, al menos una que venía fechada con el día 2 de junio. Las otras no venían fechadas y eran para Romy y mis hijos.
Después de todo me alegro mucho, ya las voy a leer, a ver qué me dice mi querida y estresada hermanita; ahora que economizan el nuevo copelita-paladar de casa.
Acabo de leer mi lectura preferida, mi hermana. Me cuenta que le robaron dos bicicletas del patio de la casa. Las bicicletas, tanto que las necesitan, pues con ellas venden el helado. La verde, la que le mandamos desde Alemania – y que mi amigo alemán tuvo que pagar en Cuba más de 600 euros para sacarlas de la aduana – era la más importante, pues esa sí que era de un metal duro y no se rompía. Se fue a pique, pobre de mi hermanita. Dice que gracias a Tony y a Chicho, pudieron salir adelante. Hasta tuvieron que despedir a un trabajador porque todos los días se robaba una tina de helado. El incautado se defendía diciendo que tenía derecho a llevarse el producto para su casa en pago a su trabajo. Todo el tiempo en que mi hermana y su esposo estuvieron en La Habana – por la operación de la hija de Juan – ese malhechor se llevó una tina todos los días para su casa, para revenderla.
Ahora estoy leyendo la lo de la boda relámpago de Gladysita. Sí, la sobrina se casó. Cómo dice mi hermana, se encontró con un loquito como ella y se casaron. El padre, que también le propuso que lo pensara más, le arregló la plomería, las rejas, la pintó, le cambió la puerta principal, etc. Dice mi hermana que aquella casa, el apartamento de ella y que lo tenía prestado a otras personas muy pobre, parecía la cueva de Ali Babá y los 40 cleptómanos.
Ahora Elisabeth se quedó sola y desconsolada. Ellas dos, las hermanas, vivían juntas y peleándose siempre en el mismo cuarto. Daysi, tratando de consolarla le dijo a Eli que ahora ella debía alegrarse de que ya nadie más le cogería las cosas sin permiso y así no se fajaba más. Pero Eli contestó: ¡Hay Mami, pero si a mí me gusta que me cojan las cosas sin permiso! Mi hermana se quedó boquiabierta con la respuesta.
Todavía la cosa sigue, algo mucho más interesante, pero que tiene que ver con Chicho y su trabajo “Buscándose la Vida”, pero me temo que por aquí, por la internet es muy peligroso contar el pase. Así que lo dejaré para una conversación telefónica. Me lo recuerda, porque todo fue de policía, juzgado y piñazera.
Bueno por hoy los dejo en esa que voy a seguir leyendo la carta de mi hermana. Ya les contaré.
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