Cuándo la vida te da limones, coge un poco de agua, agrégale azucar y haz una limonada! Algo así, más o menos, es el dicho alemán que he oído a menudo. A primera vista parece ser una tontería, pero cuando uno lo reflexiona profundamente entonces encuentra que detrás de esas palabras hay un mensaje muy importante para nosotros todos. Al final de todo muchas cosas en la vida depende del prisma con que la miremos. Por eso uno debe preguntarse siempre en esos momentos esenciales: ¿Es una posibilidad o un obstáculo? ¿Puedo verle la cara positiva a la situación o me dejo doblegar por nimiedades?
En mi trabajo en la residencia para la tercera edad he podido conocer a muchas personas y por la edad y su posición ante la vida he quedado tan impresionado que no puedo reservárme esas experiencias para mí solo. Al lado de las personas optimistas he conocido también a otras, aunque son las menos, que se pasan el día entero maldiciendo y criticándolo todo y ven la la vida, sobre todo los años extras, como un castigo. Sin embargo, he conocido a muchos que en su forma de hablar y actuar me parecen todavía jóvenes; a pesar de que me llevan 30 ó 40 años de ventaja. Me impresionan mucho ver como una persona con 80, 90 o casi 100 años siga pensando en mejorar, aprender algo o simplemente mantenerse a buen nivel dentro de su edad y posibilidades. En esos momentos pienso mucho en Abuela María, en su constancia y su benevolencia, en su amor amplio, cristalino y profundo.
Pero que digo, sé que en la vida normal, fuera de la residencia, también es así. De como uno ve las cosas y las asume dependen de como aprovechemos o no las posibilidades que la vida nos ofrece. ¿Puedo aceptar todo lo que la vida tiene programada conmigo? ¿Tengo que buscar siempre un aclaración para todos los sucesos positivos o negativos de la vida? No se trata de eso, es algo mucho más profundo y esencial; también diría vital.
Bueno expongo aquí un ejemplo personal de como puede mirarse la vida a través de un prima optimista o esperanzador, sin tener que llegar a la ilusión innecesaria. No quiero tampoco dar a entender que mi estado mental sea siempre optimista, ni mucho menos demostrar que se pueda estar consciente en cada momento y aprovechar así todas las oportunidades. Eso sería ilusorio. Resulta que este año no hemos tenido verano en Alemania. En Mayo tuvimos una primavera explosiva, como nunca antes vivida. De un día para otro la naturaleza despertó y su transformación fue tan dinámica, pero constante, que nos vismos sorprendidos de pronto. La alegría eufórica sólo nos dejó espación de reflexión para esos momentos de tanta intensidad. Es algo impactante, te imagina todo el tiempo que esa circunstancia se mantiene y que la vida es pura felicidad.
Después, a más tardar a principios de junio, recibimos la desilución, eso era todo. No habrá verano este año. Desde junio hasta ahora mismo, mediados de agosto, hemos tenido cielo cubierto de nubes negras, y con un poco más de suerte, nubes grises. En Alemania las nubes son por pisos. Casi siempre como mínimo hay dos cadas de nubes gruesas y el sol no tiene chance de penetrarlas con sus rayos y llegar hasta nosotros. En fin, que ya la gente ha modificado el nombre de las estaciones del año: Invierno, primavera, caca y otoño. Así habla ya la gente, independientemente de la edad, el sexo o la religión.
Para mí, cubano de pura cepa y acostumbrado al eterno verano de Cuba, ese estado fenomenal no ha pasado inadvertido. En Alemania el tiempo y sus cambios ambientales, como las enfermedades, es siempre tema en todas las conversaciones personales y laborales. Nuestro humor, salud, posición ante la vida, depende mucho del tiempo. En un principio me sentí hasta atacado, arrinconado, como un fugitivo que no tiene donde encontrar un lugar seguro contra la persecución. Fue en ese momento tan desesperante, que se me ocurre pensar lo siguiente: “En Alemania se ha dicho todo el tiempo por la radio, la prensa y la televisión que este año el sol es un peligro. La capa de oszono está tan agujereada que las instituciones de la salud advierten sobre el peligro del sol y el medio ambiente. Por lo tanto se aconseja evitar la exposición a la radiación solar, etc...”.
Entonces, y reflexionando un poco más profundamente, no ya optimistamente, las nubes han sido para nosotros los europeos la salvación. Gracias a la naturaleza o la casualidad, pero este año las nubes, gruesas y oscuras, han detenido ese gran peligro para nosotros y para los animales y plantas. Esta ha sido mi mejor limonada este año y todavía las estoy disfrutando. Me ha quedado exquisita y creo que hasta me ha salvado de algunos peligros. ¿No crees?
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