Kadenbach, con su vestido de domingo, un vestido blanco puro, fue hoy el objeto de nuestra visita. Cuando el aire es puro y el paisaje tan limpio e impresionante, es difícil quedarse en casa. No importa que el horno de chimenea esté en su apogeo y que a la mesa te sirvan un dulce sabraso con su consabido cafecito dominical, nada, la calle seduce mucho más.
Aquí van pues las fotos de este domingo enamorado y blanco, con su color de pureza y señal de un nido lleno de amor.
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